Las Reformas Educativas proponen "Educar para la vida, ofreciendo una formación centrada en el desarrollo integral de los alumnos, para ejercer su libertad con responsabilidad, fortalecer la democracia y la participación ciudadana". Con esto, favorecemos a que enfrenten los desafíos que demanda la sociedad, construyan un futuro sólido y con valores morales, analicen conflictos, resuelvan problemas y eleven su calidad de vida.
Sin embargo, en los centros escolares muchos jóvenes lloran, se distraen con l@s amigos y se refugian en ellos para ser comprendid@s; en su mundo no entramos los adultos porque muchas veces les ponemos más peso a su carga. Con solo escucharlos y tratar de comprender sus actitudes como seres humanos antes que como estudiantes, conocer la razón de su apatía hacia el estudio y valorar sus esfuerzos, aliviamos un poco su carga.
Como educadores debemos ser hombros y orejas, guías e inspiración y luz para lo estudiantes. Una sonrisa, una palmadita en el hombro, interesándonos en lo que hacen, conociéndo su forma de aprendizaje, dándoles una oportunidad y propiciando el respeto mutuo como seres humanos, puede dar sentido a lo que un alumno espera recibir en su escuela.
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